miércoles, 22 de octubre de 2014

CAPITULO 11

Llegamos al cine y compramos las entradas para la sesión de las once y media. Como aún quedaba un rato para que empezara la peli, fuimos a la tienda para comprar palomitas. Cuando terminamos de comprar las palomitas ya era casi la hora, por lo que nos dejaron entrar ya a la sala. Ya había un par de personas dentro, esperando a que empezara la película. Habían escogido una película de terror, aquello no me gustaba ni un pelo. No es que me diera miedo ni nada, sino que con las películas de terror las chicas se ponían muy sensibles y se aferraban a lo primero que veían. Tomamos asiento y esperamos a que empezara la peli. Las luces aún se encontraban encendidas. Supuse que estarían esperando a que se llenara la sala para apagarlas y dar comienzo a la película. Mientras tanto, estuvimos charlando. Aunque Kevin y Angie iban a su rollo, por lo que tuve que hablar de algo con Rake.
-Bueno, ¿y cómo es que no te he visto por la universidad? –le pregunté sin venir a cuento.
-Hice el primer año de carrera pero no estaba segura, todo me parecía tan difícil… Terminé por dejar los estudios –me explicó.- Trabajo de camarera en un bar del centro.
-Ah, interesante… –fingí prestar interés.
-Mi vida es muy aburrida –inquirió en una carcajada.- Hablemos de ti. ¿Estudias o trabajas?
-Si te he dicho que nunca te he visto por la universidad significa que estoy estudiando, ¿no crees? –puse los ojos en blanco. Aquella muchacha todo lo que tenía de bonita lo tenía de tonta.
-Oh, es cierto –soltó una risotada que sonó en toda la sala de cine.- Que tonta soy.
Sí, es cierto –pensé para mis adentros.
-Y bueno, ¿qué estas estudiando?
-Estoy en el segundo año de administración y dirección de empresas.
-Que guay –sonrío tímidamente. Cogió aire y soltó toda una frase del tirón.- Y… ¿cuántos años tienes? ¿Vives solo o con tus padres? ¿Soltero o en una relación? ¿Me das tu número de teléfono?
No me dio tiempo a asimilar tantas preguntas, aquello parecía un cuestionario del FBI. A aquella chica le faltó pedirme el DNI y una muestra de pelo para tener mi ADN.
-A ver, a ver… -balbuceé todavía atónito. Hice memoria para recordar todas las preguntas y poder contestarlas una a una- Tengo 18 años. Por ahora, vivo con mi madre. Y ahora mismo no dispongo de teléfono móvil. Está… averiado.
Mentí lo mejor que pude pero puso cara de desconfianza. Creo que no se lo tragó. Aún así hizo caso omiso y me preguntó tajantemente:
-Se te ha olvidado decirme si estás pillado o no. ¿Tienes novia? –preguntó arqueando una ceja.
Por supuesto que no se me había olvidado esa pregunta. Solo que no sabía cómo responder a eso. ¿Acaso la tenía? Hacía ya casi cuatro meses que no sabía absolutamente nada de ella. Intuí que me tiraría bastante tiempo más en esa situación, sin noticias de Lucy. Resignado, decidí llamar a eso “soltero”. Carraspeé para aclararme la garganta y poder pronunciar unas palabras limpias y nítidas.
-No. No tengo.
-Interesante… -dijo Rake con una media sonrisa asomada en sus labios.
Vale. Definitivamente, aquella chica estaba empezando a darme miedo.
-¿Y tienes planeado empezar a salir con alguien?
-No lo sé –sonreí irónicamente.- No planeo mi vida.
Poco a poco, la sala de cine se había llenado con el murmullo de la gente, que no paraba de charlar, al igual que Rake y yo. De repente apagaron todas las luces y la película comenzó. Unas letras rojas aparecieron en la pantalla, indicando el título de la película. Para ahorrar dinero, Rake y yo habíamos comprado las palomitas entre los dos, pero ella tenía el cubo de palomitas entre las manos. Quise coger un puñado, pero a la misma vez ella introdujo su mano para coger también. Nuestras manos chocaron y ella me miró, sonriendo. Mierda, se pensaba que me gustaba. Creía que le estaba mandando señales o indirectas. Esto no podía estar pasándome a mí…
Me metí un puñado de palomitas en la boca y mastiqué con brusquedad, nervioso. Decidí no coger más palomitas, se las podía quedar todas para ella. Apoyé la mano extendida hacia arriba en uno de los reposabrazos que había a ambos lados de la butaca. Estaba mirando hacia la pantalla y de repente alguien me tocó la mano. Era Rake. Se pensó que había puesto la mano a propósito para que ella me la pudiera coger, en plan romántico. No quería menospreciarla ni herirla asique dejé que me agarrara la mano y no la retiré. Me sentía muy violento en aquella posición.
La película iba aproximadamente por la mitad. Cuando pensaba que aquello no podía ir peor ocurrió lo siguiente. Salió una escena en la que una mujer aparece en un ascensor que va a dar a un sótano oscuro. La mujer sale al sótano sin encender la luz. Es graciosa esa afición que tienen los directores de cine de poner siempre a la mujer de una peli de terror una mentalidad de retrasada, podría haber encendido la luz. El caso es que, de la oscuridad, empezaron a salir monstruos y presencias paranormales, acompañados de sonidos extraños que retumbaban en toda la sala. Casi todo el mundo allí presente empezó a gritar y a proferir chillidos de terror, una de ellas fue Rake. Se llevó un buen susto, por lo que chilló y se arrimó más a mí. Supuse que quería que la abrazara o algo por estilo, así que pase mi brazo por encima de su hombro como señal de protección. En realidad, no sabía por qué estaba haciendo todo aquello por esa chica. Rake interpretó mi abrazo de otro modo. Giró levemente su cabeza hacia la derecha, para mirarme con aquellos ojos penetrantes, y sin pensárselo dos veces… se abalanzó sobre mí para besarme. Lo más increíble fue que no me aparté, sino que le devolví el beso y quise más y más. No sé cuánto tiempo estuvimos así, todo lo que sé es que fue un beso largo y que fue genial. Me gustó, y para mi asombro, lo disfruté. Hacía ya un tiempo que no había disfrutado de un beso así, desde aquel día en el aeropuerto… Inevitablemente, ese beso me recordó a Lucy y me aparté bruscamente. Quería evitar ese pensamiento en mi cabeza.
-¿Qué pasa? ¿Te pasa algo? –preguntó Rake sorprendida.
Ya casi habíamos dejado de prestarle atención a la película. Se quedó mirándome, con un rostro que reflejaba preocupación y duda. Obviamente, Rake desconocía el motivo de mi repentina reacción, la cual me había hecho retroceder.
-No… nada –le contesté intentando desprenderme del pensamiento que rondaba en mi cabeza.
Dudé un momento, antes de abalanzarme de nuevo hacia delante para poder seguir besándola. Algo me decía que debía besarla. Estuvimos otro largo rato besándonos y después de esto, seguimos viendo la película, a la cual le quedaba poco para terminar.
Cuando la película terminó, desalojamos el cine y fuimos a dar una vuelta por ahí. Pasamos por delante de un pub y parecía que desde fuera se percibía un buen ambiente. Kevin tuvo la idea de que podríamos parar ahí a tomar algo. Todos accedimos.
Entramos al pub y la verdad es que estaba bastante bien, además de un buen ambiente. La iluminación de aquel espacioso lugar era tenue, con focos rojos y blancos. En mitad de aquel pub había una barra de forma cuadrada, y alrededor de la barra se encontraban unas cuantas personas que probablemente estarían pidiendo algo para beber. Otros tantos, se encontraban bailando, mientras que otros estaban en las mesas que se encontraban en el lateral derecho. Al fondo, había una especie de escenario, donde un grupo que no conocía estaba interpretando una canción de Imagine dragons. Descendimos las escaleras que se encontraban tras la puerta principal y nos dirigimos todos a la barra. No sabía exactamente por qué, pero me sentía en la obligación de invitar a Rake a una copa.
-¿Quieres algo? –le pregunté educadamente.
-Lo mismo que tú –dijo sacando la lengua.
Me acerqué junto a Kevin, mientras Angie y Rake se quedaron en una de las mesas charlando. El camarero se acercó en cuanto nos vio en la barra.
-Jack Daniels –le dije al camarero. Le indiqué con los dedos un dos, para hacerle saber que serían dos bebidas.
Mientras el camarero nos servía las bebidas, Kevin me preguntó:
-¿Qué tal te va con Rake? –me sonrió y me dio un suave codazo en el costado.
-Antes, durante la peli, nos hemos besado –admití sonrojado y cabizbajo, y aunque no lo pareciera, no muy orgulloso. Aquella situación no me gustaba.- Ha pasado porque tenía que pasar y ya está.
-Lo sé, Charlie. Os hemos visto –rió.- Tranqui tío, todo va sobre ruedas. No te preocupes por nada. Tú pásalo bien y, sobre todo, disfruta.
El camarero terminó de servir las bebidas y pagamos. Agarré mi vaso con una mano y el de Rake con la otra y nos dirigimos hacia donde ellas estaban.
Me senté al lado de Rake y puse los vasos sobre la mesa.
-¿Qué es? –me preguntó intrigada, observando el vaso.
-Es un Jack Daniels –le contesté yo.
Estuvimos charlando y riendo allí sentados, hasta que cambiaron de canción y pusieron algo más movido. Don’t you worry child.
-¡Ahhhh! –chillaron Rake y Angie al unísono.- ¡Vamos a bailar!
Nos sacaron a bailar, casi obligados, y nos unimos a la multitud que allí se encontraba. Nos entremezclamos con la gente, que alzaba sus brazos en el aire, batiendo palmas sin parar de saltar y bailar. El volumen de la música se expandía a cada extremidad de mi cuerpo, haciéndolas vibrar y provocando en mí una gran euforia. Aquello parecía una discoteca en vez de un simple pub… ¡pero lo estábamos pasando tan bien! En ese momento me olvidé de todo y con los ojos cerrados me concentré en la letra de la canción. Don’t you worry, don’t you worry child (no te preocupes). Eso mismo estaba haciendo, no preocuparme por nada en aquel momento, disfrutando aquella noche como minutos antes me había dicho Kevin. Y es que, la vida son dos días, y tenemos que disfrutar cada momento al máximo. Pasando de llorar por una tía que no iba a volver, y pasando de las rayadas… Olvidándome de todo. Mis pies volaban del suelo hacia arriba y luego hacia abajo, en sucesivos saltos. Noté como las comisuras de los labios se me curvaban hacia arriba inconscientemente, en una amplia sonrisa. Los demás también sonreían y bailaban. Eso era a lo que estaba destinado, a estar con mi gente y mis amigos, pasándolo bien, conociendo a gente nueva, bailando… era joven. No debía de preocuparme por alguien que seguramente no lo estaría haciendo por mí, en ese justo momento fue cuando lo comprendí todo. Hasta ese momento, había estado perdiendo el tiempo llorando y pensando en alguien que no volvería, que en realidad probablemente no me quería. Ya que si me hubiera querido no se hubiera marchado y no me hubiera dejado solo, con el corazón hecho pedazos. La música cesó. Sentía una gran satisfacción, en esos tres minutos y algo de canción me había dado cuenta de muchas cosas y había disfrutado como nunca antes lo había hecho.
Tras unos minutos Kevin y yo nos volvimos a acercar a la barra para pedir algo. Esta vez Rake me invitó a mí. Nos bebimos nuestra bebida bailando y riendo. El tiempo pasaba sin darme cuenta. Kevin decidió invitarnos a una ronda de chupitos de tequila, y después otra. Terminamos los chupitos y volvimos a pedir otra bebida, y otra después, y otra después, y luego otra más. Terminé por perder la cuenta. Todo estaba borroso y la música tronaba mis oídos. Sentía que me iba a desplomar en el suelo de un momento a otro, decidí no beber más, pero ya era demasiado tarde para eso. Me había pasado de la raya. Bailaba sin poder tirar de mi cuerpo y con un cierto mareo. No me sentía los pies.
-¿Os apetece ir a mi casa? Vivo cerca –inquirió Kevin por encima del sonido de la música. Apenas pude oírlo pero vi cómo Angie y Rake respondían afirmativamente con la cabeza.
Vi que se alejaban hacia la puerta principal y supuse que ya nos íbamos, por lo que los seguí. Pasé el brazo por encima del hombro de Rake, en un intento de no caerme al suelo.
Salimos al exterior. A aquellas horas de la madrugada, y en el mes de Enero, se supone que debería de hacer frío. A pesar de esto, estaba acalorado. Tenía las mejillas ardiendo y sentía un calor impresionante por todo el cuerpo. Me percaté de que nos dirigíamos en dirección opuesta a dónde Kevin había dejado el coche antes de ir al cine.
-Eh, chicos –tartamudeé, incapaz de articular bien las palabras.- El… el coch… el coche está por… por… por allí.
Kevin me miró y soltó una carcajada.
-Menuda cogorza llevas, tío. ¿Cuánto has bebido?
-¿Qué? –me limité a contestar.
No podía escuchar nada, a causa del molesto pitido que se te queda en el oído cuando sales de una discoteca o algo por el estilo. Todos rieron. Como nadie me decía a dónde íbamos, me limité a seguirlos.
Tras unos aproximadamente quince o veinte minutos andando, llegamos a la casa de Kevin. Entonces me di cuenta de qué era lo que había dicho Kevin en el pub.
-Tranquilos, mis padres no están –anunció mientras giraba la llave que había introducido en la cerradura.
Abrió la puerta y todos entramos en la casa. Nos guió hasta su habitación. Tomé asiento en la cama de mi amigo, ya que no aguantaba más de pie y sentía que me iba a caer de un momento a otro. Rake se sentó a mi lado y Angie a su lado.
-Podéis encender la tele, voy un momento al baño –se excusó Kevin.
Kevin tenía un pedazo de televisión de plasma. Era un lujo poder ver una película ahí. Recuerdo que en verano, en una ocasión que me invitó a su casa, echamos unas partidas a la videoconsola en su cuarto y fue una sensación maravillosa. Era la mejor tele que había visto. Angie la encendió y empezó a hacer zapping. Tras ver que no había nada bueno, cogió una película de Kevin al azar y la puso. Al parecer, era una de acción.
-Angie, ¿puedes venir? –se oyó a Kevin llamarla desde lejos, desde algún remoto rincón de la casa.
Angie se levantó de la cama y abandonó la habitación, en busca de su novio. Nos dejó a Rake y a mí solos.
-Bien, por fin estamos a solas –me sonrió Rake.
Otra vez estaba volviendo a ese estado en el que tanto miedo me daba.
-Huy… ¿la tigresa quiere jugar? –le pregunte entre risas, bromeando.
Rake me tumbó en la cama y se echó sobre mí. Empezó a besarme y a acariciarme la nuca suavemente, con la yema de los dedos.
-Esta noche eres mío… -me susurró al oído, mordiéndome la oreja.
Bajó hasta el cuello y comenzó a besarme suavemente y a pegar pequeños mordisquitos. Sabía perfectamente qué era lo que ella quería, y estaba dispuesto a dárselo. Por una parte, no quería. No sería justo para Lucy, probablemente ella lo estuviera pasando mal. Pero yo eso no lo sabía, tal vez no. Y no podía tirarme la vida entera esperándola. Pero por otra parte, si que quería, mi cuerpo me lo pedía. Quizá sería el efecto del alcohol, no lo sabía. De repente me acordé de la frase que aquella noche me había dicho Kevin… Esta noche mojas.

¿Y por qué no? –pensé. Saqué un preservativo de la cartera y lo dejé en la mesita de noche, para utilizarlo unos minutos después. El fuego de la pasión nos iba consumiendo a los dos poco a poco. Y sin pensárnoslo más, empezamos a desnudarnos mutuamente hasta terminar haciendo que los muelles de la cama reventaran de tanto chirriar.

2 comentarios:

  1. eres mi idolo, te quiero para mi solo ! *·*

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